lunes, 29 de agosto de 2011

25 26 27 th august.| She's Irene and she's a hurricane


Paige, Karl, Marina! Come here, it’s important!
Reunión familiar en la cocina. En principio nada importante, Karen siempre nos llama a los tres para cualquier cosa, tanto para decirnos que recojamos la cocina como para decirnos que mañana hay una feria en no sé dónde y que quiere ir. Pero esta vez era importante de verdad. Cuando escuchas la palabra huracán te viene a la cabeza un lugar lejano, sabes que eso no te va a pasar a ti, porque vives en un lugar donde nunca pasa. Piensas en la pobre gente que vive en esas tierras dónde los huracanes son tan comunes. La cosa cambia cuando te mudas, cuando pasas de vivir en la relajación personificada a vivir en un país dónde los huracanes, tornados, etc  son tan frecuentes... Y cuando antes pensabas en esas pobres personas de aquellas tierras lejanas que se sometían a esas catástrofes naturales tan a menudo, ahora piensas en ti. No os voy a mentir, tuve miedo. Tanto que fui capaz de llorar a pesar de haberme jurado a mi misma no hacerlo. Sentí impotencia, me sentí una inútil al saber que no podía hacer nada más que guardar la calma y esperar a que todo aquello pasase. Me sentí más sola que nunca, a 8000 km alejada de los míos. Necesitaba un “todo va a salir bien”, y lo único que escuchaba eran gritos en otro idioma.
Durante todo el día del viernes nos dedicamos a comprar previsiones para al menos 3 días. Era extraño ver a mi familia comprar todo en latas, todo alimentos embasados que no necesitasen estar en la nevera, cuando ellos son los primeros en comprar todo natural. Compramos garrafones de agua de 9 litros, comida por un tubo, cincuenta mil linternas, y mantas.
Recogimos todo lo del jardín, y lo guardamos todo en la buhardilla. Metimos el coche en el garaje y nos aseguramos de que todas todas las puertas y ventanas estuvieran cerradas.
Cenamos en familia, y por primera vez desde que estoy aquí, bendecimos la mesa. Vemos la tele, todos juntos en el sofá. Se va la luz, y no sabemos qué hacer. Los chubasqueros y las botas de todos reposan sobre la mesa del salón, por si acaso. Vuelve la luz, continúa la película. Pero de pronto se pierde la señal, y un gran cartel aparece en la pantalla del televisor: Nos anuncia que el tiempo está empeorando y que estemos alerta. Ponemos las noticias, el huracán estará llamando a nuestras puertas en 10 minutos. Y yo ya no se qué pensar.
El viento se escucha desde el salón, sopla fuerte. La lluvia cae fuertemente sobre la ventana. Y se vuelve a ir la luz, pero vuelve enseguida. Las noticias muestran todo lo que está pasando a nuestro alrededor, un minuto.
Y la verdad es que no sentí nada. Cuando en las noticias anunciaron que todo había pasado me quedé más tranquila, la verdad. Pero al fin y al cabo, no fue más que una gran tormenta, a las que me debo ir acostumbrando. Han anunciado que este será el año de los huracanes.
Pero como ya he dicho en más ocasiones, van a hacer falta más que uno, dos o tres huracanes para moverme de aquí. Lo que no te mata te hace más fuerte. Y yo sigo bien viva, y lo seguiré estando.






















 Todo ha pasado ya, hoy el sol brilla como nunca. Después de la tormenta viene la calma.

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