martes, 4 de octubre de 2011

4th October.| keep calm and carry on.

Sentirse cansada de nuevo y no saber porqué. Los nervios me pueden, después de todo lo pasado ayer. Me encontraba yo en el partido, mirando, en el momento de más tensión.  Puntuación: 23-24, con la ventaja a nuestro favor. Sisi Gospodinov, capitana del equipo y la reina de los hits sale de la pista. Le tocaba sacar, pero el entrenador decide que lo haga Michaela Parris, una freshman con talento que tiene unpie en Varsity aunque sigue estando en JV. Saca, pim, pam, el balón vuelve, Emily lo para, Joelle hace un set, Dorothy lo golpea con toda su fuerza y precisión y TOMA GAMEPOINT! Me dispongo a recoger, todo a terminado cuando todo el mundo se calla. Hemos ganado, porqué no lo celebran? Los entrenadores gritan, llaman a la enfermera, preguntan por el botiquín. Alguien está en el suelo, sangrando, nada parece ir bien. Y la protagonista es ella, nuestra capitana, la mejor de las mejores, Sisi. De la emoción de haber ganado, se apresuró a celebrarlo al campo… una mala caída que tuvo como consecuencia la mandíbula descolocada y dos dientes rotos. Hoy no ha venido a clase, y ya echo de menos no echarle miraditas del estilo “what is he talking about?” con acento americano. Espero que está bien.
Total, que a medida que la mañana avanzaba, la cosa iba a peor. No sé qué le pasa a los americanos, que en pleno Octubre, con 10ºC se les da por poner el aire acondicionado. Mi clase de inglés es como estar en el polo norte. Aún con una un jersey y una sudadera seguía tiritando. A última hora en matemáticas mi cabeza estaba que iba a explotar.
Consecuencia: saltarme otro entrenamiento. La verdad es que no sé porqué me pasa esto, nunca en la vida me había pasado antes. Y me da pena no ir a entrenar  porque al fin y al cabo me quedan dos semanas con las chicas, las primeras a las que conocí aquí, y me da pena dejarlo tan pronto…
Entre el dolor de cabeza y la paranoia de pensar que las cosas de la vida se acaban en cuánto menos te lo esperas, me sentí confusa, homesick. En España me apoyaría en mi familia, en papá , en mamá, en Paula y en Celia. Pero aquí la tengo a ella. Sonriente, cantarina, feliz. Es rubia de bote y es animadora, pero he de confesaros que de tonta no tiene un pelo. Se levanta cada mañana con cara de dormida, no desayuna, y ni tiempo tiene para hacerse la comida. Espera a que termina y me espera en la puerta, día tras día. Se sienta en el bus y saca su ipod, escucha atenta. Pero cada 30 segundos baja el volumen y comienza a hablarme, sin parar. Su sonrisa se contagia, para qué nos vamos a engañar, la echo de menos durante toda la mañana. Llega la clase de coro y recuperamos el tiempo perdido, reímos y hablamos sin parar, nos toca lunch, miles de bromas. Si en España me apoyo en mi familia, en mis tbf… aquí me apoyo en ella, mi hermana al fin y al cabo. Sí mi hermana.
Cuando pensabas que no había nada más reconfortante que llegar a casa y tomarse una aspirina estabas equivocada. Porque llaman a la puerta y es ella, que te trae galletas de halloween para subirte la moral, y te dice: “hey sweety, let’s do something fun”. 
Y pensé: ” no hay nada más gracioso que verme cocinar, porque no tengo ni idea. Nunca han probado la tortilla de patatas. Llevo dos meses sin comer tortilla de patatas. Hagamos tortilla de patatas”.
Y la liamos parda. Nos quedamos sin aceite de oliva, nos olvidamos de la sal y lo de darle la vuelta fue un desastre. Pero no me reía tanto desde que Karl se quedó atrapado detrás de la tele! Todo fue un desastre, y lo que iba a ser una maravillosa cena a lo español se convirtió en una auténtica mess. Y hoy he derrumbado otro prejuicio: los americanos no son tan maleducados como os los pintan. Vale, sí, que cada uno hace lo que quiere cuando quiere. Pero que te den ánimos para que cocines otra tortilla, y que te digan que te saldrá mejor. Y que estaba todo muy rico cuando sabes que no es verdad, y que te repitan una y otra vez que muchas gracias por la cena, no tiene precio.
Sé que mi familia es irremplazable. No sabéis lo que añoro a mi padre diciendo “apaga el ordenador o te lo quito de la habitación”. A mi madre gritando mi nombre escaleras arriba y yo ni caso. A Paula sin parar entrando en mi habitación a escondidas, para quitarme la ropa o revolverme cuánto cajón hay. A Celia dibujando sin parar, pidiéndome que duerma con ella o que le escriba sumas y restas, y que luego me pida ayuda para contar con los dedos. Comer con la abuela día sí y día también. Merendar en Campolongo a diario. Volver a casa con el mejor confidente, pasar las mejores tardes de viernes, con las mejores personas, con la mejor banda sonora. Paseos perrunos, viajes en tren, fiestas tbf, noches enteras de conversaciones filosóficas, ver la mejor película con la mejor persona. Que te muerdan la mejilla y reírse a carcajada limpia. Pero he de decir que si tuviera que dejarlo todo y marcharme para siempre, vendría a aquí sin dudarlo. Ellos también son mi familia, desde ahora y para siempre. Prometido.









1 comentario:

  1. Hola, a decir por la imagen la tortilla no salió tan mal, manchar yo, también mancho mucho, pero lo importante es lo que te dicen las personas que comparten la comida contigo. La próxima mejor seguro.

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